Nací en la Ciudad de México en 1988, y desde pequeña a la edad de 4 años, la vida me puso frente a una gran pérdida: mi madre y mi hermano menor fallecieron durante el parto. Mi infancia estuvo marcada por constantes mudanzas y por el duelo, hasta que mi padre encontró una nueva pareja que se convirtió en una segunda madre para mí. Con ella vivimos un período de estabilidad y época dorada en un lindo pueblo en Puebla, México. Sin embargo, todo cambió cuando se separaron justo cuando más requeriría de una madre, ya que estaba por entrar en la adolescencia y mi relación con mi papá era casi nula. Esa separación trajo consigo más cambios e inestabilidad de nuevo a mi vida. Esta nueva etapa no solo estaría marcada por un segundo duelo de madre, si no también estaría extremadamente marcada por un declive económico que detonó en un fuerte alcoholismo por parte de mi padre. Él hizo todo lo que pudo, pero llegó un momento en el que no había recursos para casi nada y menos para cumplir mis sueños. Recuerdo lo duro que fue renunciar a mi anhelo de estudiar música; me llené de rabia con la vida porque parecía que el dinero siempre era la barrera. Esa frustración me llevó a tomar decisiones equivocadas: me salí de mi casa, busqué escapar de mi realidad con fiestas, alcohol, cigarrillos, excesos y dinero "fácil". Durante esa etapa, toqué muchos fondos. Una vez una persona me dijo que no sabía cómo es que seguía viva habiéndome expuesto a tantos peligros y comportamientos autodestructivos. Fue entonces cuando algo dentro de mí despertó; supe que tenía que cambiar. Comencé una búsqueda desesperada: psicólogos, libros, cursos, coaching, constelaciones... necesitaba respuestas para transformar mi vida. En ese momento crucial, llegó a mí una pareja que me dió estabilidad y me impulsó a seguir creciendo. Estuvimos juntos siete años, sin embargo, debido a muchas altas y bajas en mi proceso decidimos separarnos a principios del año 2023. Esa ruptura me marcó profundamente y desestabilizó todo mi mundo emocional, psíquico y económico. Pese al progreso que tuve a su lado esos 7 años, aún habían recaídas con patrones de conducta autodestructivos relacionados con vicios (alcohol y tabaco), pero sobre todo no sabía qué hacer de mi vida y nada parecía funcionar para que sanara definitivamente. Nada me apasionaba, por lo tanto, nada me sostenía. Buscando sanar, surgió la posibilidad de irme unos meses a París con mi hermana mayor, quien me apoyó a llevar a cabo ese viaje. Así que accedí creyendo que la distancia me ayudaría a encontrar respuestas, pero allí solo encontré otro fondo. En mi desesperación, pedí ayuda divina, ya no podía más, parecía que nadaba contra corriente. Por más que quisiera ser una mejor versión de mí, nada funcionaba. Lloraba rogándole a Dios me enviara la ayuda indicada o me llevara con él. Y así fue como las terapias energéticas conocidas como "activación Kundalini" llegaron a mi vida en Mayo de ese mismo año, marcando un antes y un después. Las empecé a tomar con frecuencia. Dado el avance que notaba en mí, comencé a soñar que algún día sería yo la que estaría facilitando. Buscando formarme para ser facilitadora energética de estas sesiones llegué a la LNT® (La nueva terapia), la cual es una terapia energética que trabaja con La Fuente, y que está enfocada en la autosanación de los 3 cuerpos (físico, energético y espiritual). Así mismo, como si una llave de abundancia se hubiera abierto, me llegaron de regalo más herramientas, una formación seguida de otra. Era el turno de formarme como facilitadora en PSYCH-K® (la llave de la psique), la cual es un conjunto de técnicas diseñadas para cambiar las creencias autolimitantes y percepciones que tienen un impacto en nuestra vida a nivel celular. Sané más rápido de lo que imaginaba y me enamoré profundamente de cada una de estas herramientas, pero mi corazón seguía anhelando ser algún día facilitadora en activación Kundalini, y nuevamente se hizo la magia. Mi formación llegó también ese mismo año (2023) y de igual forma fue a través de un regalo y ahora tocaba viajar a Barcelona para recibirlo. Durante esa formación nos mencionaron a Pi Villaraza y el movimiento INNERDANCE. Al finalizar mi formación no tardó en llegarme la noticia de que se abriría una formación de Innerdance intensivo con duración de 1 año. No tuve que pensarlo dos veces y decidí entrar, tenía muchas preguntas y curiosidad por esta energía. Durante ese año también mucha gente me apoyó económicamente para que concluyera esa formación. Me sentí literalmente becada por el universo. En mi proceso de aprendizaje toda mi vida cobró sentido, y sabía que ese era el camino que tanto soñaba encontrar y al que elegí honrar. Regresé a mi país, terminé mi formación de Innerdance en diciembre de 2024, y hoy soy una persona completamente distinta. Me sorprende que en menos de 2 años haya vivido esta transformación y este salto cuántico en mi psique, mi alma, mi estilo de vida, mis relaciones, mi economía, etc. Es como si todo lo que había vivido antes perteneciera a otra vida. Mi propósito es claro: llevar Innerdance al mayor número de personas posible, especialmente a quienes más lo necesitan y ponerlo a su vez en espacios como escuelas y centros de adicciones. Del mismo modo, sigo ofreciendo las herramientas que también me han sumado, PSYCH-K® y LNT®. Cada una a su manera han sido un bote salvavidas en mi vida. Mi vida ahora tiene un propósito profundo: ser testimonio de que siempre es posible renacer.

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